PURO CHILE

Chile auténticamente democrático

EL IMPUESTO ÚNICO Y EL LUCRO

En verdad, el impuesto único está dividido en dos partes: sobre la renta de las personas y sobre el lucro de las empresas. Sobre la renta de las personas es bien conocido y tiene apenas dos condiciones, la primera es que quien recibe más paga más y la segunda es que nadie pagará más de 50% de lo que recibe (para pagar 50% es necesario ganar 50 veces – o más – el mínimo o equivalente). No trataremos de él aquí, sino que lo haremos en una otra oportunidad.

Una característica fundamental de este impuesto es que nadie pagará nada (NADA) por el consumo de bienes y servicios. Todo será pago por el lucro de las empresas. Este lucro también es llamado de sobras, utilidades, plus-valía, premio, saldo contable, etc. O como quieran llamarlo y es el resultado de la diferencia “neta” o “real” entre los gastos de la operación (sin considerar las inversiones)  y lo recibido por la venta de bienes o servicios, en otras palabras el saldo, entre lo que entró y lo que salió. Este “lucro” es dividido en lucro bruto y lucro líquido. El lucro bruto, es generalmente referido al lucro antes de impuestos. El lucro líquido es el lucro referido a los valores después de impuestos. Este lucro está a disposición de los dueños (de los accionistas).

La distribución y entrega de este lucro a los accionistas en periodos legales es variado (muy variado). Va desde nada a todo. En situaciones especiales de fragilidad financiera o de otro tipo de necesidades, puede ser que el Directorio (con aprobación de la asamblea de accionistas) decida no repartir nada del lucro obtenido. En otras ocasiones, puede ser que se decida repartir todo el lucro conseguido. Cualquier valor intermediario es común de ser encontrado. Es una decisión de los dueños de la empresa, y el Estado no interviene en esto.

En un sistema de IMPUESTO ÚNICO, normalmente lo que se sugiere es que sea cobrado un impuesto fijo del 50% de los lucros de todas las empresas y nada más. En otras palabras, es como si el Estado fuera dueño del 50% de las empresas y por eso le correspondería la mitad del lucro (siendo que la administración está a cargo de los dueños de la empresa o de sus representantes). Esto que parece casi un absurdo de draconiano, hoy muchas empresas ya lo viven, o lo que es peor, pagan más del 50% de su lucro en impuestos. Por ejemplo, veamos el caso del Brasil, en que una empresa obtuvo 3MM de dólares de lucro bruto (lucro antes de los impuestos), pero durante el año fiscal, recogió 2 millones dólares (2MM) de impuestos al gobierno. En este caso particular, la empresa pagó al Fisco más de 66% de su lucro. Como si el Estado fuese dueño de 66% de la empresa. Es decir, pagó más que si fuera aplicado el Impuesto Único de 50%.

¿Qué sucede si la empresa no es lucrativa, no tiene o no obtiene lucro? En este caso, el 50% de “cero” es CERO: NO paga impuestos. Lo mismo con empresas que tienen prejuicio contable.

Los críticos del Impuesto Único dicen que los empresarios falsificarán los balances para esconder el lucro y así pagar menos impuestos. Lógicamente, si esto suceder, es un caso de policía para la policía y no un problema político que invalide el Impuesto Único. Los que así actuaren sufrirán las penas de la ley que a medida que sean bastante rigurosas, habrá menos casos a resolver. Algunos contadores saben como falsificar balances, pero también, otros contadores (muchos más), saben como detectar balances falsificados.

En los países comunistas no se precisa impuesto único, por lo demás ni se precisa impuesto. La pobreza es extrema y la vida se mantiene como sobrevida por inercia.

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Sergio Menares / Politólogo y Economista aficionado.

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